Domótica

La domótica es un sistema donde los distintos aparatos de una vivienda se encuentran conectados a la red para comunicarse entre sí y con el usuario, esto está íntimamente relacionado con el Internet de las cosas (tema sobre el cual postearemos una entrada más adelante).

Este tipo de sistema recopila información, la procesa y emite órdenes que automatizan distintas acciones que el usuario puede programar o comandar.

La domótica incorpora las nuevas tecnologías y dispositivos al equipamiento de una vivienda de modo que podamos controlar de forma centralizada todas las tareas y aparatos que conforman dicho sistema.

Una vez que la red está conectada, los propios aparatos disponen de sensores para recabar información y comunicarse entre sí a través del propio sistema, es decir, se conforma una red de comunicación. El usuario puede controlarlo todo de forma centralizada y supervisar las actividades que se llevan a cabo en su hogar, aunque también puede controlarlos de forma remota a su gusto y según sus necesidades, así como también pueden controlarse a través de los asistentes virtuales inteligentes.

¿Cómo funciona un sistema de domótica?

El funcionamiento es más sencillo de lo que parece. Necesitamos un hogar con una conexión a Internet y una red Wifi. Los dispositivos que conforman la red domótica se sirven de la red wifi para enviar y recibir la información que recopilan y compartirla tanto con el usuario como con el resto del sistema.

La interacción habitual entre el usuario y dicho sistema es a través de una aplicación móvil. Los datos se almacenan, y por medio de una dirección IP específica, son transmitidos a la nube o servidor de la compañía a la que pertenece el dispositivo. Un back-end garantiza el tiempo de actividad, la seguridad y la integración. Los dispositivos pueden funcionar sin conexión, y una vez establecida, estos datos son enviados y actualizados en la nube.

A su vez, el dispositivo podrá filtrar y enviar diferentes tipos de datos dependiendo de su función y de la orden comandada. Así, por ejemplo, nuestro GPS del auto puede comunicarse con el termostato de nuestro hogar al detectar que nos acercamos a casa para aumentar la temperatura y encontrarnos nuestro hogar ya calentado nada más cruzar la puerta (en invierno) o encender el aire acondicionado en frío para que nuestro hogar esté con temperatura agradable al llegar (en verano).

Aplicaciones y ejemplos de domótica hay muchísimos, y cada día aparecen nuevos aparatos y funcionalidades. Un ejemplo muy conocido son los robots de limpieza inteligentes, cuyos últimos modelos no solo se encargan de las tareas de limpieza de forma autónoma, sino que:

  1. Son capaces de recoger planos de la casa para optimizar sus desplazamientos. De este modo pueden llevar a cabo sus tareas de una forma sencilla, sin obstáculos y reportando al consumidor un ahorro económico.
  2. Pueden realizar tareas de videovigilancia. Incluyen sensores de localización visual o cámaras capaces de capturar fotos, emitir imágenes en vivo, así como detectar movimientos. Esta función permite tener una visión remota en tiempo real de nuestra casa a partir de una emisión en vivo.
  3. Son capaces de responder a comandos de voz. Podemos interactuar con el dispositivo utilizando únicamente nuestra voz.

Todas estas ventajas tienen a su vez una serie de inconvenientes. Al ser un dispositivo que recoge y comparte tal cantidad de datos, es normal preguntarse ¿qué hacen con toda esta información? Es posible que el robot de limpieza detecte determinados muebles, como una cuna, y de pronto comiences a recibir anuncios y promociones de ropa para bebés.

¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de adquirir uno de estos dispositivos?

Lo primero que hay que considerar a la hora de comprar uno de estos dispositivos son las condiciones de privacidad y seguridad.

  1. Servidor: Es muy importante que comprobemos con el fabricante si, efectivamente, se nos está dando un servicio a través de la nube o a través de un servidor particular al que se envían todos los datos recopilados por el dispositivo.
  2. Uso de los datos: Otro aspecto fundamental es informarnos sobre qué datos son los que se van a compartir con el servidor, además del uso que se les dará.
  3. Tipo de servicio: También conviene que preguntemos qué servicios, de los que ofrece el dispositivo, necesitan conexión con el exterior.
  4. Seguridad: Otro punto a tener en cuenta, es que la conexión desde la nube puede ser un punto de entrada a nuestro hogar y por lo tanto un riesgo. Así, es interesante preguntar si los datos que van a compartirse estarán cifrados e informarnos sobre las medidas empleadas para garantizar su protección.

En general, una buena práctica es conectar estos dispositivos solamente cuando lo necesitemos y, si lo consideramos oportuno, restaurarlos al estado de fábrica cada cierto tiempo y solicitar el borrado de información a la compañía.

En caso de que queramos asegurar aún más nuestros dispositivos IoT y el resto de la red de posibles ataques hay varias opciones interesantes:

  1. Crear una red separada para estos dispositivos (con contraseña robusta y diferente a la otra red): Actualmente existen routers inteligentes a un precio asequible (USD 60 en adelante) que permiten la creación de redes virtuales de una forma sencilla. Aislando estos dispositivos en otra red evitaremos la infección o el acceso no autorizado desde ambos lados (si nuestros equipos se infectan no podrán acceder a los dispositivos IoT y a la inversa).
  2. Deshabilitar el protocolo UPnP (Universal Plug and Play) para evitar que los dispositivos se encuentren entre sí de forma sencilla. Así si comprometen uno de ellos serán más difícil encontrar el resto para el atacante.
  3. Asegúrate de instalar las últimas actualizaciones cuando estén disponibles para todos tus dispositivos, especialmente si contienen parches de seguridad.

Nota editada, si quieres ver la original puedes ir aquí

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